domingo, 19 de agosto de 2012

Parabenos

 

Cada día nuestro vocabulario se llena de nuevas palabras relacionadas con la química. Las etiquetas de los productos cosméticos están repletas de advertencias en las que se indica que no contienen parabenos, colorantes u otro tipo de ingredientes como sulfato de sodio, fenoxietanoles o ftalatos. Un sinfín de términos incomprensibles que intimidan.

Si bien no todo lo natural es siempre bueno, ya que los venenos más potentes del mundo son precisamente naturales, ni todo lo sintetizado químicamente es negativo, existen estudios científicos que aseguran haber encontrado parabenos en los análisis de los tumores mamarios. Del mismo modo, parece que tienen una capacidad feminizante, similar a la de los estrógenos.
Ante estas informaciones, se ha extendido la alarma social ya que los parabenos aparecen en numerosos productos cosméticos, farmacéuticos y alimentarios. Desde geles, cremas o dentífricos, hasta derivados cárnicos o conservas vegetales.

¿Qué son los parabenos?
Se trata de un compuesto químico utilizado por la industria alimentaria como conservante desde los años 30 y posteriormente incorporados a otras como la cosmética. En esta última son muy apreciados por su bajo coste y su función fungicida, bactericida y conservante. Se trata de moléculas inoloras, incoloras y no volátiles eficaces en un amplio margen de pH que según estudios referenciados por la Academia Española de Dermatología y Venereología, son metabolizados por el hígado y el riñón, eliminándose por la orina.

Sin embargo, a tenor de los resultados arrojados por otros trabajos científicos, en los que se descubrieron rastros de parabenos en los tumores mamarios, aquellos en los que se demostró su capacidad feminizante o su relación con la dermatitis crónica, a mediados de 2011, se prohibió en Dinamarca el uso de este tipo de elementos químicos en menores de tres años.

Los más buscados
Desde que despertó la polémica muchas son las mamás que leen atentamente las etiquetas para descubrir entre la amalgama de letras a los buscados: propylparaben, butylparaben, isopropylparaben, isobutylparaben o bencilparaben.
Siguiendo el principio de prevención podemos procurar evitar este tipo de elementos en los cosméticos, especialmente si van destinados a nuestros hijos. Así actualmente existen en el mercado numerosas líneas cosméticas sin parabenos y de hecho los consumidores cuentan con varios sellos de calidad que garantizan el origen natural y respetuoso con el medio ambiente de los cosméticos.
Para asegurarnos que el producto es lo que estamos buscando podemos comprobar que tiene uno o más de las siguientes certificaciones.

NATRUE: Certificación internacional para la cosmética natural y de cultivo biológico. Es una de las más estrictas ya que no permite ningún tipo de sustancia sintética y además especifica los procesos permitidos para poder obtener su sello de calidad.
BDIH: De origen alemán, es una certificación que obtienen los productos elaborados con materias primas de cultivo biológico o recolección silvestre controlada. Su existencia garantiza la ausencia de conservantes, colorantes, perfumes o aceites animales y que no está testado en animales, así como la elaboración con los mínimos procesos de transformación.
DEMETER: Organismo global de certificación para granjas, productores y productos biodinámicas. Prohíbe el uso de cualquier tipo de pesticida o fertilizante químico y transgénico.
Así, con un abanico de productos entre los que elegir en los estantes de los supermercados o en las herboristerías, se pueden seleccionar los cosméticos para niños y bebés más naturales.

 Aún así, la Academia Española de Dermatología y Venereología, en un artículo publicado por el Dr. Luis Conde-Salazar, especifica que los casos de sensibilización son muy raros y sólo se produce en pieles sometidas a una aplicación repetida de múltiples alérgenos. Además, en lo referente a su efecto hormonal y la posible influencia en el esperma determina que si bien algunos parabenos han demostrado efectos de disminución de la cantidad de esperma en animales, su extrapolación al hombre es aún muy cuestionable. (Más información en MujerHoy.com)

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